1 enero 2010

La indómita luz
se hizo carne en mí
y lo dejé todo por esta soledad.
Y leo revistas
en la tempestad
hice el sacrificio
abracé la cruz al amanecer.
Rezo, rezo, rezo, rezo.
Morí sin morir
y me abracé al dolor
y lo dejé todo por esta soledad
ya se hizo de noche
y ahora estoy aquí
mi cuerpo se cae
sólo veo la cruz al amanecer.
Rezo, rezo, rezo, rezo por vos.
Y curé mis heridas
y me encendí de amor
Y quemé las cortinas
y me encendí de amor, de amor sagrado.
Y entonces rezo.

Amo lo extraño, desde hoy, desde ayer, desde el cielo, los subterráneos. En los extraños puedo hallar, puedo ver
el fulgor de lo imaginario. No digas tu nombre, ya no estaré, no quiero volverte a ver. Desde hace años, desde un tren a otro tren, desde un rey hasta un operario. En los extraños puedo hallar, puedo ver, el fulgor de lo imaginario.
No, no, no me busques, ya no estaré. No quiero volverte a ver (sobre todo porque…). Déjame comprenderte, no hay nada sagrado que quieras ser. Estoy aferrado a un amor sin voz, sin cara, sin religión. No te quiero conocer, no digas tu nombre, ya no estaré; estoy entregado a un amor sin vos… No digas tu nombre, ya no estaré (no digas que ya no estaré) No quiero volverte a ver (sobre todo porque…)
Amo lo extraño…Amo lo extraño…
No quiero arruinarlo, volverlo a hacer.
No quiero volverte a ver.